Endodoncia



Introducción

Cuando por diversos motivos, principalmente caries, la vitalidad del diente y su tejido pulpar no pueden ser conservados, es necesario realizar un tratamiento endodóncico o endodoncia. Gracias a este procedimiento el diente se podrá mantener en condiciones de salud. Siempre es preferible un diente vital, pero si esto no es posible, una buena endodoncia nos permitirá conservar nuestro diente sano, aunque éste ya no mantendrá su tejido pulpar, y lógicamente ya no tendrá capacidad para reaccionar o provocar dolor ante estímulos como por ejemplo el frío o el dulce.

Una endodoncia realizada de manera excelente tiene tasas de éxito muy altas, alrededor del 96 %, es decir, es un método seguro, fiable y duradero. Por supuesto esto depende del operador, los medios que se utilicen y la dificultad anatómica del diente, entre otras variables. No sería prudente hablar de tiempo de duración ni asegurar un resultado, pero si el trabajo se puede realizar correctamente, y posteriormente el diente se reconstruye de manera adecuada, es de esperar que se pueda mantener durante mucho tiempo en boca.

Esta es probablemente de las áreas odontológicas más complejas, una variable muy importante y que puede condicionar el tratamiento es la anatomía interna del diente.

Descripión

El procedimiento consiste básicamente en eliminar todo el tejido pulpar del interior de los conductos del diente, Se deben limpiar y desinfectar completamente y finalmente secarlos y obturarlos de manera compacta y tridimensional.

El seguimiento radiográfico es imprescindible a lo largo de una endodoncia, sólo de esta manera se pueden prever posibles complicaciones y controlar paso a paso el procedimiento.

 

 

Aislamiento y apertura

 

Después de aislar el diente completamente del resto de la boca, se procede a acceder al interior del diente y localizar los conductos. Dependiendo de si estamos ante un incisivo, premolar o molar, podemos tener uno, dos, tres o más condutos.

 

Conductometría

Esta es una fase muy importante que además condiciona las restantes y de la que depende en gran medida el éxito de la endodoncia. Consiste en medir la longitud exacta de cada conducto tomando como referencia alguna parte de la corona del diente. Clásicamente se hace por medio de una radiografía, habiendo introducido en el diente una lima endodoncia a modo de referencia. Hoy en día es muy importante contrastar esa medida de manera mucho más exacta con el uso de localizadores electrónicos de ápice.

Instrumentación e irrigación

Es en este momento cuando se realiza la limpieza y conformación de los conductos, por medio de limas endodónticas. Éstas pueden ser manuales o accionadas por un motor. Constantemente los conductos se irrigarán con soluciones específicas para su limpieza como el hipoclorito de sodio al 5% y la clorhexidina al 2%, entre otras. Estas soluciones destruyen todo el tejido orgánico y bacterias.

 

Obturación

Una vez se ha realizado la limpieza y conformación, se procede al secado mediante puntas de papel y al cierre hermético y tridimensional de cada conducto. Esto se realiza mediante un material llamado "gutapercha",en forma de conos, usado universalmente en endodoncia. Previamente se debe comprobar radiográficamente la longitud y el ajuste del cono principal.

 

 

La técnica más extendida consiste en ir sellando el conducto mediante puntas de este material que ajustan a la longitud exacta del conducto (aproximadamente a medio milímetro del final), de esta manera se van aplicando una tras otra y presionando lateralmente hasta que el conducto se ha obturado completamente. Como agente de unión se emplea un cemento específico para endodoncia. Existen también otras técnicas donde la gutapercha se calienta y se compacta verticalmente.

Es muy importante que el conducto quede totalmente obturado a la longitud correcta (de 1 mm a 0,5 mm del final). El material no debe quedar a menos distancia ni pasarse de esta longitud para obtener las mayores posibilidades de éxito.