La búsqueda de la verdad y la excelencia en el diagnóstico y el tratamiento, se caracteriza por
la honestidad con nosotros mismos, con nuestros colegas y sobre todo con nuestros pacientes.
Es la sinceridad de propósitos y acción, junto con la convicción de que el servicio prestado es
infinitamente más importante que la compensación recibida.
Esto presupone que el odontólogo limitará su práctica a la cantidad de pacientes que puede atender
correctamente y que se comportará de manera tal que haga honor a su profesiòn.